Inclusión: Para mirar el horizonte se necesita un punto de apoyo

Inclusión ::: Este escrito lo realiza un profesor que lleva 23 años de labor en aula, compartiendo con jóvenes vulnerables, participando de  sueños, angustias y esperanzas, son esos mismos jóvenes y sus miradas las que animan también  este escrito. Se trata de abordar la educación desde sus fundamentos, desde la lógica que la anima, desde las bases de las formas de saber con qué ha revestido su poder. Para defender y construir, no para la adoración conformista. Como diría José Santos Guerra (1996), evaluar es comprender. Comprender, defender y construir son objetivos de esta opinión.

Incluir. . . ¿Para qué?

Voy a abordar el tema de la Inclusión, en primer lugar motivado por la excelente presentación del profesor Gonzalo Muñoz Stuardo llamada Inclusión en el Sistema Escolar Chileno: avances y desafíos para la micro y macro política, en segundo lugar, hoy respecto de este tema se habla de un cambio de paradigma, de que existe una filosofía de la Inclusión. Sin lugar a dudas el concepto Inclusión es uno de esos conceptos trascendentales, dadores de sentido, está en boca tanto de políticos de derecha como de izquierda. ¿Ambos entenderán lo mismo? Y en tercer lugar, por su amplitud e importancia me sirve como pretexto para emprender indirecta y tangencialmente los otros tópicos abordados en el curso. Existe una cuestión de fundamentos, de visión, de horizonte que los une. Poner de relieve esta cuestión es importante.

El concepto Integración ha devenido Inclusión. Esto de por sí no necesariamente debería verse en términos positivos, es decir, de mayor liberación, mayor emancipación, un logro, una conquista, etc. Al menos, no sin antes hacer algunos alcances previos. Al diagnosticar nuestro presente, Michel Foucault nos alertaba al respecto. Nos muestra que en la historia, por ejemplo, a propósito del castigo, se pasó de un arte de las sensaciones insoportables, a una economía de los derechos suspendido. O a propósito de la locura, en la historia la humanidad se ha  entendido de distinta manera, pasando de la locura entendida como insensatez, a la de enfermedad mental. Entre otras cosas estamos asistiendo a la sutileza, invisibilidad, mayor eficacia y capacidad de control del Sistema. De ninguna manera de acuerdo con este autor podríamos ver mayores niveles de libertad. Recordemos que para Foucault la institución escolar representaría un lugar de secuestro e inclusión, no una de exclusión. Para el filósofo contemporáneo Byung Chul Han (2012) estaríamos viviendo la etapa del sujeto de rendimiento en una sociedad del cansancio en la cual actúa un Poder inteligente que depone su negatividad para ofrecerse como plena libertad, esto implica –según el filósofo-  que la técnica del Poder neoliberal  es flexible e inteligente y escapa a toda visibilidad. El sujeto sometido no es ni siquiera consciente de su sometimiento (Han, 2014). Para el famoso historiador Yuval Noah Harari (2018) los hombres tendemos a identificarnos con el decorado, no con la verdad. Incluso a partir de Marx (1986) se podría afirmar que puede existir una conciencia revolucionaria enajenada, que pida justamente lo que el sistema puede entregar, pero que aún no ha entregado.  Es fundamental tener en cuenta estos antecedentes para abordar el concepto de Inclusión en el contexto contemporáneo.

José Antonio Kast en plena campaña presidencial opinando sobre la educación dijo lo siguiente: “Conocí una escuela en Estación Central, en que en la mañana los niños tienen los ramos clásicos, en la tarde talleres entretenidos, y los profesores tienen la mitad del tiempo para planificar y la otra para estar en aula. A esa educación apunto yo”. ¿Cuántos izquierdistas, no derechistas, progresistas, no neoliberales, pueden ofrecer algo distinto de lo de Kast y que no sea mero decorado? ¿Cuántos quedaron sin narrativa que los diferencie de verdad? ¿Nos encontramos con la positividad del Poder inteligente?

En educación la pregunta por el Para Qué no es nueva, En términos pedagógicamente arbitrarios y muy resumidos, se podrían caracterizar tres enfoques o paradigmas:

  1. Enfoque Positivista, Enciclopédico, énfasis en los contenidos, por lo tanto en la pregunta por el Qué, en la memoria, profesor activo estudiante pasivo. Su importancia se puede apreciar que tiene en su esencia la obsesión por la medición, Esto nos debería sonar a estandarización, SIMCE incluido. Mirada a la formación de los profesores como un técnico que aplica estrategias pensadas por expertos
  2. Enfoque centrado en Habilidades y destrezas. Énfasis en el desarrollo de capacidades, habilidades y destrezas. Gran influencia de los nuevos descubrimientos de la psicología cognitiva y la neurociencia. Estudiante activo profesor pasivo. Se corre el riesgo de desarrollar una escasa vinculación con el medio, con lo social. Por decirlo de alguna manera, se podría tener una escuela que mira solo hacia adentro, con estudiantes con una alta capacidad para resolver problemas, y una escasa visión política y social de la realidad. La pregunta guía es el Cómo, cómo enseñamos.
  3. Enfoque crítico o de la esperanza. Pregunta guía el Para qué educamos, a qué intereses respondemos, énfasis en lo político y social, preocupación por la emancipación y liberación del ser humano, tiene en su esencia la transformación del estado actual de cosas, asume que la neutralidad en educación no existe y es una forma de privilegiar el status quo, privilegia la relación con el medio y la comunidad y la educación en valores. Es una superación de los enfoques anteriores en un sentido hegeliano. Mirada de la formación del profesor como un intelectual que es capaz de reflexionar sobre la práctica.

Sería ingenuo  pensar que estos paradigmas no representan  un terreno de tensión y lucha de fuerzas. Si observamos bien podríamos apreciar cuál es el paradigma hegemónico, y cual representa a los sectores más conservadores. Resulta claro también que no es lo mismo realizar acciones al interior de uno u otro paradigma. Es evidente que incluir para unos no debería ser los mismo que incluir para otros. Tener conciencia de esto, saber dónde estamos parados es fundamental para defender las Reformas impulsadas por la presidenta Bachelet. Platón ya sabía esto, un artesano que construye una mesa mínimo debe tener en su cabeza la idea de mesa.

En mi vida como profesor de aula he visto como niños de educación básica lloraban al ser sometidos continuamente a ensayos de SIMCE con el fin de mejorar los puntajes de una escuela que se dice inclusiva. He visto como un Liceo subía sus puntajes de SIMCE a costa de bajar las horas de Filosofía, Música, Arte, Historia, aun cuando su PEI afirmaba una educación Integral. He compartido el esfuerzo de mis colegas para transformar la educación, y participado del esfuerzo por mejorar los aprendizajes de sus estudiantes. . .  Es Posible que tengamos un tema pendiente.

Referencias Bibliográficas:

Foucault, Michel (1993). Historia de la Locura en la Época Clásica I. Santafé de Bogotá: Fondo de Cultura Económica.

Foucault, Michel (2002). Vigilar y Castigar. Buenos Aires: Siglo XXI Ediciones.

Han, Byung Chul (2012). La sociedad del cansancio. Barcelona. Herder.

Han, Byung Chul (2014). Psicopolítica. Barcelona: Herder.

Harari, Yuval (2018). 21 Lecciones para el Siglo XXI. Santiago: Debate.

Marx, Carlos (1986). El Capital. Crítica de la Economía Política. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica.

Santos Guerra, M.Á. (1996). Evaluar es comprender: De la concepción técnica a la dimensión crítica. Revista Investigación en la Escuela, 30, 5-13.

 

(*) Este fue presentado originalmente en un curso de la Fundación la Alameda al cual asistí. Se ha omitido parte de él por ser parte exclusiva de este curso.

Viera Cristian Daza Viera es Profesor de Filosofía (Pontificia Universidad Católica de Chile)

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