Ley SEP, a una década llaman a revitalizar la política para potenciar su efecto en la calidad

Ley SEP ::: “Pretender que todos reciban lo mismo cuando sus necesidades son distintas es discriminar (…). Queremos dar más a los que más necesitan”. Así decía el mensaje con que ingresó al Congreso el proyecto que creó la Subvención Escolar Preferencial (SEP), implementada desde 2008 y que instauró un nuevo trato entre el Estado y los colegios.

Se entregarían recursos, pero debían gastarse en acciones orientadas a la calidad educativa y a los niños más vulnerables. Todo esto, siguiendo un Plan de Mejoramiento y ejecutando medidas acorde a esa hoja de ruta.

A 2017, la política ya beneficiaba a 1 millón 918 mil niños, según una investigación del Centro de Políticas Públicas (CPP) UC que analizó la trayectoria de la subvención.
En su primera entrega, el estudio -realizado con el apoyo de las fundaciones Luksic, Colunga y Reinaldo Solari- indagó en la gestión y el uso de los recursos invertidos en la SEP. En 10 años -entre 2008 y 2017-, el Estado entregó $4,2 billones (US$ 6.100 millones) a través de esta subvención.

Sin embargo, el análisis detectó que esto contrasta con la baja ejecución de los dineros que se han otorgado. A 2017, el saldo acumulado ascendía a $435 mil millones y el 45,1% no se encontraba acreditado en las cuentas corrientes de los sostenedores.

¿Por qué no gastan?
La investigación identificó que la baja ejecución era más frecuente en ciertos colegios (ver recuadro) y que cada vez que se flexibilizó la forma de utilizar el dinero, se gastaba más. Así ocurrió en 2010, tras el 27-F.

“En las regiones afectadas se les permitió gastar en infraestructura”, recuerda Nicolás Muñoz, subdirector de Investigación Aplicada del CPP UC.

El pasado 1 de junio, en la Cuenta Pública, el Presidente Sebastián Piñera anunció un proyecto de ley para flexibilizar los usos de la SEP y, además, ampliar su cobertura.
La idea surgió de la comisión “Todos al Aula”, que reunió a expertos para buscar modos de aliviar la carga administrativa de los colegios y permitirles concentrarse en la calidad.

El superintendente (s) de Educación, Cristián O’Ryan, reconoce que la norma “es compleja y con muchas restricciones”. Por ejemplo, se debe rendir de modo separado al resto de los aportes, lo que genera una recarga burocrática. Este es uno de los puntos que abordará la iniciativa.

Muñoz apunta a que ampliar los fines a los que se puede destinar la SEP no resolverá todo. Advierte que urge dar apoyo a quienes no gastan los recursos que reciben, para así maximizar su efecto.

Potenciar el impacto
En su origen, la SEP se planteó como una estrategia para avanzar en equidad y calidad. ¿Cumplió? Juan Bravo, secretario ejecutivo (s) de la Agencia de Calidad, asegura que “la focalización de los recursos en los estudiantes más vulnerables ha sido clave, tanto para mejorar resultados como para disminuir las brechas”.

Si se comparan los resultados del Simce de 4° básico entre 2008 y 2018, puntualiza, la diferencia entre grupos socioeconómicos se redujo en 20 puntos en Matemática y en 11 puntos en Lenguaje, gracias a la mejora de los alumnos vulnerables.

Pero el impulso que la subvención trajo no ha sido constante. “En los últimos años no hemos visto el movimiento de aprendizajes que esperábamos. Tenemos que complementar la SEP con nuevas medidas”, reconoce Bravo.

En 2017, un paper del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) concluyó que era necesario hacer ajustes constantes a esta política: “Vemos que los efectos de la SEP son esperanzadores, especialmente en el aumento de los puntajes Simce de los niños (…) y en la reducción de la brecha socioeconómica. Sin embargo, la gran variación en las tasas de mejora en los primeros años después de la implementación de la SEP que hemos documentado es inquietante (…). Perfeccionar las políticas para apoyar a los colegios con distintas capacidades y hacerlos rendir, cuenta de modo que provoque reacciones constructivas, es un reto constante”.

Juan Eduardo García Huidobro, profesor emérito de la U. Alberto Hurtado, analiza que “estas cosas siempre tienen un salto inicial. Se hace primero lo fácil, y eso significa que muchos niños que necesitaban un empujoncito más (…) salieron de una situación de fragilidad”.

“Los dineros siempre ayudan, sobre todo en situaciones de pobreza. Pero no bastan”, añade.

Ernesto Treviño, investigador del Centro de Justicia Educacional de la UC, coincide: “Al inicio, los recursos son importantes, pero después es necesario cambiar las formas de enseñanza”.

García Huidobro -exjefe de Educación General del Mineduc- propone que las diferencias pueden estar en el aula y en las relaciones al interior del colegio.
Los otros usos: desde una bola espejo hasta traslado en funeralLa Contraloría vigila los usos que se les dan a los recursos entregados mediante la SEP.

Una auditoría del año pasado a fondos de 2016 detectó $2.658 mil millones en gastos improcedentes, es decir, asociados a acciones que no tenían relación con los más vulnerables.

En la Seremi de Educación de La Araucanía, por ejemplo, se gastaron $391 mil en adquirir una bola espejo, los que deberán ser restituidos.
En la Corporación Municipal de Educación de Quilpué se destinaron $628 mil a “alimentos tales como bebidas, galletas (…), pan de molde, entre otros, además de gastos asociados al traslado para un funeral”.

Consultada sobre este último punto, la citada corporación señaló que el lamentable hecho ocurrió tras el fallecimiento de la directora de un colegio. “El haber imputado el gasto del funeral en los fondos SEP se debió a un error involuntario; imaginamos que dada la circunstancia que se vivía en el establecimiento”, señaló.

“Se solicitó a la Seremi y a la Superintendencia de Educación indicarnos la forma de hacer la restitución de los recursos a la SEP”, añadió la corporación.

En el caso de los alimentos, en tanto, se trataba de comida que se compró para los microcentros de escuelas rurales -instancias pedagógicas en que estos establecimientos se reúnen-, por lo que en su momento la corporación respondió que sí estaban contemplados en el Plan de Mejoramiento Educativo.

Escuelas pequeñas y rurales suelen gastar menosCon los datos de la Superintendencia de Educación, el Centro de Políticas Públicas UC construyó un perfil de los colegios que menos gastan la SEP. En 2017, aquellos con menos de 100 alumnos ejecutaron el 62,1% de los recursos, mientras que los establecimientos con más de 1.500 llegaron a 72,8%.

Los que usan poco estos fondos también son los que tienen peor desempeño académico. Los recintos cuyo rendimiento ha sido categorizado como “insuficiente” por la Agencia de Calidad, tuvieron una ejecución promedio de 53,4% ese año. La tendencia no es nueva: en 2013, cuando los colegios debían renovar sus convenios, 107 no pudieron hacerlo por haber gastado menos del 50% y entre ellos, el 76,7% eran rurales, con una matrícula promedio de 62 alumnos.