Diversidad de género: Dos historias de infancias trans en las escuelas
Diversidad de género ::: Las niñas y niños trans son aquellos que no se identifican con el sexo asignado al nacer. Existen y están en la escuela.
-Viste seño, soy una nena
Y puso fecha para contarlo: viernes 10 de agosto.
Ese día se paró delante de sus compañeros y compañeras de tercer grado. Su mamá entró también al aula, pero se fue al fondo. La acompañaban las directoras.
Ella, con 9 años, les dijo: “Yo nací varón, mi mamá y mi papá me pusieron un nombre de varón, pero desde siempre me sentí nena y soy nena. Me siento nena y quiero que me traten como una nena”.
“Ay que bueno”, le contestaron las chicas. Los varones no levantaron la vista. Uno de ellos hizo montoncito con la mano y con la punta de los dedos se tocó la frente. “No lo puedo, no lo puedo, no lo puedo entender”, aseguró.
Ella le respondió: “capaz que no lo entiendas ahora, yo puedo entender que es difícil, lo único que te pido es que lo aceptes”.
La escena parece de película. De hecho es similar a la que muestra la tira televisiva “Cien días para enamorarse” cuando un adolescente trans habló enfrente de su clase: “quiero que sepan que soy Juan y así me gustaría que me llamen”. La realidad supera a la ficción. Y es mucho más compleja.
Las niñas y niños trans son aquellos que no se identifican con el sexo asignado al nacer. Existen y están en la escuela. La ley de identidad de género, en su artículo cinco, los reconoce y les permite solicitar el cambio registral a través de sus representantes legales y con su expresa conformidad (ver aparte).
Hasta el momento en Neuquén 6 chicos y chicas obtuvieron el documento con su nuevo nombre, según se informó oficialmente desde el área de Registro Civil. Recientemente el Consejo Provincial de Educación aprobó una resolución en la que habilita a adecuar los legajos de los estudiantes ante situaciones de cambio de identidad.
“La verdad que yo tenía muchos prejuicios de cómo iba a responder el mundo. Nosotras estábamos súper abiertas, pero me preguntaba qué iba a pasar con las compañeras, con los papás de los otros alumnos y esas dudas se las compartí a la mamá. Había tantas conversaciones dentro de mi cabeza, de cómo iba yo a contárselo a los nenes y en realidad la que lo contó fue ella”, afirma Georgina Garzi, directora del colegio privado “Nuevo Mundo” de Neuquén capital, que junto a Paola Toro estuvieron aquel día en el aula con su alumna trans de 9 años.
Agrega: “Me enteré ahora que ella no iba al baño en la escuela, porque no era su baño. Se sentía totalmente expuesta, totalmente invadida. El primer aprendizaje es éste: es una niña que transita la escuela como niña, como lo que es. Y feliz. Con los niños de toda la escuela es súper natural. No ha habido un incidente”.
Después que ella lo expresara hubo una reunión de padres y madres. No vinieron todas las familias, pero el saldo para el equipo fue positivo. “Tenemos 22 nenes con discapacidad y nos la creíamos en esto de decir “la escuela inclusiva”. Todavía nos faltaba un trayecto. Para hablar realmente de diversidad había que aprender mucho más. Antes en ella había mal comportamiento, había reacciones violentas, porque se estaba vulnerando su identidad”, señala Georgina.
Para las directoras fue fundamental encontrarse con las familias de niños y niñas trans que integran la organización “Nuevas Crianzas”: no estaban solas, ni eran las únicas que se hacían preguntas (ver aparte).
Graciela Soberón, co-coordinadora del equipo provincial de Educación Sexual Integral (ESI), indica que han acompañado en toda la provincia a directivos y docentes de establecimientos a los que asisten niños y niñas trans. “Las experiencias han sido muy buenas, pero con sorpresa y también con temor. Lo que la escuela tiene que hacer es garantizar el derecho a la educación de todos los estudiantes. Que permanezcan en la escuela. Yo lo que diría es: “escuchen a los chicos, a los niñes, en este caso que hablamos de infancias trans. Escuchen qué dicen”, sostiene.
Al jardín 50, del barrio Huiliches, también llegó un niño trans. Ni bien lo advirtieron las docentes se plantearon un objetivo: “no hacer daño”. “Lo menos que queríamos era generar una dificultad, o que la institución fuera una dificultad. No es una cuestión de costumbre, es una cuestión de apertura”, manifiesta Cecilia Acuña, la vicedirectora. Trabajaron el tema en una jornada institucional, con perspectiva de ESI, y se pusieron a disposición de su mamá.
Respecto de la reacción de la comunidad educativa plantea: “con las familias algunas se hicieron como que no sabían, otras lo tomaron muy bien”.
¿No es muy prematuro que los niños y las niñas realicen el cambio en su documento?, ¿cómo pueden saber tan tempranamente cuál es su identidad o qué persona quieren ser?
Así lo explica la directora del jardín, Alejandra Jara: “A veces desmerecemos la niñez. Ellos saben perfectamente lo que quieren y lo que pasa es que no los escuchan. Por qué dicen: “ay son chiquitos”. Ese chiquito es una persona ante todo, está diciendo que quiere ser y ahí está el trato digno de esa persona, el respeto”.
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